El viento sopla mi chimenea y le saca unos sonidos muy curiosos.
Y no sé si quiero que mi casa sea una ocarina divina.
Ahora que no querer no va a ser suficiente para acallar esos susurros, molestos de día y estremecedores de noche. Y de nada me va a servir pedir silencio a gritos por la chimenea, si acaso para sentir vergüenza propia y ajena (siendo yo el otro, reflejado en el espejo, propio y anejo).
Me he visto llamando al periódico para anunciarme como un demandante de sordinas para chimeneas pero he colgado y he recurrido a los tapones de oídos de toda la vida. Más baratos y menos absurdos.
Ahora oígo el tumtum de mi corazón y mi garganta tragar y el eco del silencio estomacal y, sinceramente, no sé yo qué es peor.
3 comentarios:
lo del tumtum del corazón es lo peor...yo alguna vez me los he puesto pa estudiar y por poco me da un ataque de ansiedad con tanto latido amplificado xDD
Es un momento de consciencia total de la existencia, un cara a cara con la realidad mortal y el inevitable paso del tiempo. La cuenta atrás de los latidos en estéreo con dolby surround.
yo estoy igual pero sin chimenea
el viento da la vuelta alrededor de mi casa y creo que la arrancará
bum bum
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