Notas para un ensayo-crítica-borrador, "El mundo onírico de M. Salieri" (quizá tesis, algún día), sobre el autor M. Salieri y la influencia de lo onírico en su literatura, por Michael S. Conde.
"A falta de sueños, buenos son lapos" es la eterna coletilla del polémico escritor Marco Salieri que siempre sorprende con sus declaraciones en las que entremezcla haikus descafeinados, retorcidos y pedestres con muestras de cierta humanidad malentendida.
Pocas veces, admite en privado, ha podido disfrutar del despertar agitado, excitado, dislocado y atontado que sigue a los sueños. Es lo que más envidia "del resto de los mortales". Quizá sea por eso que sus creaciones están tan cargadas de ese onirismo flatulento tan suyo (nota: otros autores, ¿drogas?).
Reflejo en su obra (nota: seleccionar otros ejemplos anexos I, II):
El ojo atravesado
Lo primero que hace cuando suena el despertador es tratar de atrapar algún hilacho de sueño, una imagen suelta aunque sea, pero jamás lo consigue. [...] Entre repullos pasa la noche y luego nada de nada. Será un castigo por el mal hecho una futura vida, los efectos de un golpe en la sién que no recuerda, de una abducción o una mala digestión, quizá, o algo peor. Al despertar hoy, el reloj marcaba las 46: 68.
"Es frustrante", confiesa tras presentar su ponencia 'La literatura de farmacia: posología y contraindicaciones' en el ciclo de conferencias 'Otras literaturas, por llamarlas de alguna manera', "es mi mayor deseo y nada puedo hacer para alcanzarlo". Recientemente Salieri se ha sometido a un tratamiento en fase experimental en las instalaciones de la clínica Rubber contra el consejo de sus médicos, que han hecho todo lo posible por disuadirlo. "Le explicamos que había probables e incontables efectos secundarios no testados, que hasta las cobayas habían rehusado participar en las pruebas iniciales", explica el doctor Aguado, pero Salieri siguió adelante con el tratamiento (nota: localizar expediente, entrevista a vecinos, infancia, otros médicos, ¿novias?). Los resultados han sido "descorazonadores", admite visiblemente disgustado, "no sólo no recuerdo los sueños sino que encima ahora cada día me levanto con algún síntoma nuevo: esta mañana no me sentía los pulgares, ni los de las manos ni los de los pies; y ayer sólo podía mear sentado".
Al preguntarle si mezcla sueños y realidad en sus creaciones literarias se enfada y me pregunta si no he leído su entrevista en 'LiterHartura'. Cuando le respondo que no, hace como que no me ha oído (nota: revisar entrevista mencionada, artículos). "¿Sueños y realidad? Puede ser. A falta de sueños, buenos son lapos", dice entre risas algo artificiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario