Y a qué viene esta parrafada, pensarán mis curiosos lectores. Pues que tras quedarme sin mundial de fútbol, me aburro un huevo, y se me están pasando por la cabeza unas ideas muy muy malignas.
El cuento japonés
Hace tiempo leí un cuento japonés realmente inspirador. En él, un señor cometía los crímenes perfectos y salía impune siempre (bueno, al final no, pero olvidémoslo por un momento). Su técnica era realmente original. Consistía en que todo pareciera un accidente. Matizo: no lo parecían, lo eran, o casi. Él sólo influía "levemente" en una situación para que ese accidente tuviera lugar. Un ejemplo: un señor ciego iba andando por la calle y nuestro protagonista le gritaba ¡cuidado a la derecha!, lo que hacía que el pobre señor girara a la izquierda y cayera en una zanja de una obra. Genial. Sublime. Un maestro de la broma convertido en asesino. Este ejemplo era lo más sencillo en la larga lista de técnicas criminales del prota, que con ideas similares conseguía cargarse a ciento y la madre. La razón que le llevaba a cometer esos crímenes era nada más y nada menos que el aburrimiento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Madre mía, te veo imitando con un silbido el ruidito de los semáforos al ponerse verde para los peatones!. Espero que empiece la liga pronto, por el bien de los ciegos de este país xD
Tiembla, mundo!
Publicar un comentario