Instinto unicelular

Cuando el mundo era de plastilina y los hombres y las mujeres no eran ni una idea, una bacteria que hasta ese momento sólo se preocupaba por agarrar vida de la luz que le llegaba y con mucho esfuerzo intentaba dividirse para ser más, se detuvo un momento y se dejó seducir por una duda impropia de su inercia instintiva: quizá hacerse compleja y evolucionar hasta una forma de inteligencia capaz de surcar las estrellas, quizá, quizá no fuese una buena idea. Como fuera que una bacteria hiciese para imaginar, ésta vio un futuro de irresponsabilidad y grandes males, así es que, con las mismas, se replegó sobre sí misma y reventó, ilusa ella, suicida feliz, como fuera que una bacteria de aquellos días hiciera para sentir felicidad, por haber acabado con la evolución ella solita. A su lado, unos cuantos millones de bacterias hermanas miraron a otro lado y siguieron con lo suyo.

2 comentarios:

Miguel Marqués dijo...

Anoche me terminé la "Brevísima historia del tiempo", versión para torpes de la "Historia del tiempo" original de Stephen Hawking, que siempre ha estado dando vueltas por mi casa de Almería (se publicó en 1988).

Te recomiendo la parte en que cuentan lo de las macromoléculas a las que un día les da por autorreplicarse. ¿Crees que les dieron elección? Del tipo, Sra. Molécula, prefiere usted el chocolate con leche o negro? ¿El pan bimbo en el frigo o en la fresquera? ¿Nikon o Canon? ¿BUP o FP? ¿autorreplicarse o no?

Por otro lado, esta versión for dummies está muy bien (yo con la otra me perdía), no sé si la has leído (cualquiera de las dos). Es de puta madre, se lee de una sentada.

MSalieri dijo...

Pos ya me la pasarás, nenico... Acabo de llegar de Almería y todavía estoy con el jet lag.