Este deporte, el salto sincronizado, tiene su miga. Dos personas, no tienen por qué ser gemelas, saltan desde una altura considerable haciendo piruetas muy monas hasta caer en una piscina. Gana la pareja que lo haga más... igual, esto es, que no se premia la originalidad, sino lo bien que copias a tu compañero. Sería algo así como hacer la sombra: uno salta, el otro igual, uno da un giro, el otro igual, uno se desloma contra el agua porque le ha dao un infarto mientras caía, el otro igual... Este deporte, que no digo yo que no sea complicado, lo que no le quita ni pizca de riduculez, está al nivel de la ya mencionada esgrima, y sólo por debajo de la competición de aguantar la respiración debajo del agua a ver quien aguanta más en la EDR (Escala de Deportes Ridículos).
EDR: 9,5
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A todo esto, de fondo se oye a una tía repelente que no para de criticar tal o cual gesto de los saltadores, que si ha puesto la oreja mal, que si la coleta le hace contrapeso, que si la huevada de uno pesa más que la del otro y rompe la belleza del ejercicio... Esta tía es como el Uribarri del salto y demás deportes ridículos (patinaje, gimnasia...) de las Olimpiadas. La comentarista está siempre ahí, desde que se inventaron los Juegos, fardando de lo mucho que sabe sobre giros, piruetas, saltos mortales, tipos de flotadores, bermudas de colores y sombrillas de playa. Un coñazo de mujer.
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