Puertas

Frente a él, tres puertas. Como en un concurso (en su memoria Joaquín Prats y Maira Gómez Kent asoman la cabeza por el quicio de su cerebro, sonrisa en mano) ha de elegir una de las tres. Eso es lo que debe hacer, elegir una. Y no sé si seguir por este camino. No son cosas de dentro que no deban ser contadas. No ni de cerca íntimas. Me refiero a lo de las puertas. Porque se puede pensar que, no sé, hablo de opciones vitales, de oportunidades perdidas, de futuros paralelos, del azar, del destino, del libre albedrío, de los quiero y no puedo, de los puedo y no quiero... y no sé. Quizá no deba seguir hablando de las puertas, aunque realmente sólo quiera decir que él, frente a tres puertas, sentía el deber de elegir una. Y nada más. Simplemente eso. Elegir una de las tres. Sin dobleces, sin metáforas, sin reflejos psicológicos ni deslices autobiográficos. Sólo él y sus tres puertas, y su elección. Porque él no soy yo. No son mis puertas, si así queda más claro. Sólo quería decir que él debe elegir una y no tiene ni putas ganas.

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