Aire

Corren todos por entre los árboles, voluntariamente salvajes, arañando sus dedos con las uñas de corteza, acallando los gritos ensordecidos por el rumor de las hojas, que en lengua tan antigua silabean sus nombres,

corren todos, tratando de dejar atrás las sombras, los recuerdos, los llantos infantiles, las frustraciones adultas, las arrugas del tiempo, exhausto. Corren todos por entre los árboles para acabar tropezando, nuevamente, en las mismas ilusiones, rojas, verdes y azules, ya desgastadas, traslúcidas, irreconocibles, quién silba en sus oídos que no pueden oír nada más, se desgarran en tiras de ruido, grises, grises y más grises,

corren todos, sin saber por qué, por entre los árboles
que un día ya los vieron correr.

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