Supervivencia administrativa

Cumplo con todos los requisitos: acabo de cumplir los 45, no tengo un trabajo estable, mi familia no depende económicamente de mí y mi aportación al progreso de la humanidad es nula. En el mundo somos millones los que cumplimos con las condiciones necesarias para ser "administrativamente prescindibles". Así nos llaman y somos los más indicados para ser "separados". Por suerte todavía tengo la dudosa oportunidad de permanecer si consigo superar la Oposición. Permanecer. Todo el código está lleno de eufemismos como ese: permanecer, separar, prescindible. Sí, prescindibles somos, sobrantes, la escoria que ha de ser lanzada al mar a su suerte. Estoy de broma, claro, no nos tiran al mar. Todo es mucho más... aséptico. Los suspensos simplemente dejan de estar. Nadie los ve desaparecer. Las listas de aprobados son publicadas y al día siguiente la maquinaria administrativa se pone en funcionamiento: se ofrecen los puestos de trabajo que han quedado libres, miles de viviendas de segunda mano se ponen a la venta y el censo poblacional desciende ligeramente; un respiro para el sistema y, dicen, para el superpoblado planeta.

La gente espera aprobar. Es comprensible. Pero qué nos espera después: a los 55 se repetirá la prueba. A los 65, otra vez, la última. Pero la cosa no acaba aquí, ni mucho menos: a partir de los 70 nos la jugamos directa y anualmente en el Sorteo.

Nadie puede acostumbrarse a algo así. Conozco a muchos que no han podido llegar al examen. La tensión ha sido tal que han bajado los brazos y directamente se han entregado a las autoridades. De eso nada se habla. Sólo en tertulias de café y en voz tan baja que no parece que nadie haya dicho algo. La prensa calla, colabora con el Sistema. En su día, cuando se empezaron a proponer en los foros internacionales soluciones a la superpoblación sí que hubo cierta oposición. Manifestaciones, proclamas, alguna inmolación incluso. Cuando la ley se aprobó todo quedó en silencio. Y lo peor es que en el fondo todos estábamos, y estamos, de acuerdo aunque no quisiéramos ser nosotros los sacrificados.

Mañana es el gran día. Me toca. Pasado saldrán las listas. Echadles un vistazo y si no aparezco, ya sabéis, ha sido un placer hablar con vosotros.

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