Insomne

Recuerdo las noches sin dormir en la garita, cuando hice la mili. (Falso. No hice la mili. Tengo que inspirarme en vivencias propias. Empiezo de nuevo.)

Recuerdo las noches sin dormir, borracho de whisky barato, en la zona de juerga malagueña. (Ahora sí. Esto se parece más a la realidad. Veis, me inspiro en un hecho real para hilarlo ahora con algo completamente falso.) Ligaba como el que más. Era entrar en un pub y llevarme del brazo a quien quisiera. Mis amigos no entendían cómo alguien como yo acababa siempre triunfando. La verdad es que yo tampoco lo entendía. Era un tío normal. Pero se ve que ellas no me veían así y yo qué iba a hacer, ¿decir que no? Pues no, que la vida es corta y las copas caras.

Hoy es una noche de esas, pero sin amigos ni mujeres ni copas, o sea, que estoy despierto cuando debería estar durmiendo. El reloj marca las 2:49 de la mañana, y subiendo. Hace calor, nada se mueve, las gatas duermen en el garaje. Debería de estar leyendo en vez de escribiendo. Leer da más sueño. Escribir me reactiva y puede hacerme entrar en un bucle infinito hasta el amanecer y eso hará que mañana me arrastre por el mundo como un desecho infrahumano.

Son estos momentos los ideales para entrar en contacto con fuerzas paranormales. En serio. De noche, delante del ordenador, el calor, una mosca que se posa un rato y luego sale volando... es el mejor momento para que una luz entre por la ventana y una música con trompas y violines acompañe al ser de otro mundo que viene para contarme algo, llevarme con él o preguntarme por la dirección de algún vecino, el verdadero protagonista de la historia. Pero no pasa nada. Afuera todo está negro y las estrellas en el cielo no dejan de ser eso, estrellas en el cielo. El calor les ha quitado todas las connotaciones habituales: hoy no son románticas, ni especialmente brillantes, ni me hacen imaginar otros mundos, o pensar en si la que estoy mirando sigue existiendo o explotó hace miles de años y ahora sólo veo su luz que sigue viajando por el espacio hasta aquí, como perro sin amo. Hoy son punticos blancos y ya.

El grillo ya no canta. Ahora sería el momento perfecto para acercarme a su oído y gritarle con todas mis fuerzas. Ojo por ojo. No digo con esto que no pueda dormir por su culpa, pero le debo más de una, y no las olvido fácilmente.

Tengo un vecino que lleva un mes con un coche apoyado en un bloque de hormigón. No me preguntéis por qué, pero así lo tiene. Al principio tenía sentido: le faltaba una rueda y se ve que no tenía recambio. Pero ahora la rueda ya está puesta y el coche sigue apoyado en el bloque de hormigón y ya no le encuentro explicación. Podría preguntarle, claro, pero en el fondo a mí qué más me da, ¿no?, como si quiere poner el coche del revés...

Voy a intentar dormir. Si no puedo, vuelvo.

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