Por la mañana me levanto cuando quiero y me acuesto cuando me siento cansado, aunque todavía sea de día. Vagabundeo a ratos, ratos largos y ratos cortos, y a ratos me tumbo. A veces algo me distrae y lo miro un rato, con curiosidad que caduca pronto, ya, y vuelvo a lo mío. Si tengo hambre, como, lo que haya, y tiro de la cisterna si hace falta.
Las gatas me miran con su gesto triangular y fijo. Pensarán que quiero ser como ellas. Se equivocan y se lo explico, yo siempre hice vida de gato, pero no me creen.
1 comentario:
Si no eres capaz de pasarte 5 horas jugando con un ovillo de lana es que aún conservas algo de tu humanidad... aférrate a ella! jajaja
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