A la sombra de sus ingles sesteaban mis esperanzas,
a rebufo,
cobardes ellas,
algo anestesiadas.
Eran sus manos las mías,
y su fuerza,
el golpe de su cabeza en la mía,
y las ganas, y el aire, su aire,
mi aire.
-
Cierra la ventana y apaga la luz,
que los de afuera no sepan que
a veces
soy tuyo,
que quieres ser mía.
3 comentarios:
Joder, qué final, nene.
Cierto. No lo volveré a hacer. Lo prometo.
Cierto. Mejor con la ventana abierta y la luz encendida, que la vecina de enfrente también tiene sus derechos :P.
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