Las fiestas del pueblo

Llegan las fiestas del pueblo. Se nota porque una semana antes ya habían bordado las calles con tiras de banderas de países del mundo.

Un inciso: ¿por qué eso de las banderas?, ¿qué sentido tiene que en las fiestas del pueblo se cuelguen banderitas de Francia, Italia, la UE (¡la UE!)...? ¿Está el pueblo hermanado con todo el universo? No sé, algo no cuadra.

Sigo. Llegan las fiestas y alguien (un funcionario, quizá el propio alcalde, quién sabe) ha dejado el programa de actividades en mi buzón. Le echo un vistazo al tríptico y alucino con lo que nos espera estos días. Un no parar. Os resumo: concurso de disfraces, campeonato de mus, tiro al plato, embarque de reses (no comprendo), encierros, novilladas, fútbol, misas varias, elección de la reina de las fiestas y las inevitables actuaciones musicales varias con orquestas de renombre: la 'Duende', 'La Misión', el 'Dúo Grand Prix' y la discoteca móvil con DJ Changa y DJ Orkajo (que suena a que es primo de DJ Bullate).

Un inciso: ¿Es necesario que las orquestas se pongan nombres tan horteras/sin sentido? 'Duende' es hortera; 'La Misión' no tiene sentido: una orquesta que se llama 'La Misión'... qué son, ¿jesuitas?, ¿espías retirados?, ¿fans de Robert de Niro?, ¿las tres cosas a la vez?; y el 'Dúo Grand Prix'... en fin, no tengo palabras.

Sin duda, lo mejor, son los juegos tradicionales: señores mayores jugando a la rana, tirando con tirachinas a una diana, jugando al mus, y los más jóvenes en la cucaña. Si os soy sincero daría lo que fuera por participar en el campeonato de mus, pero no tengo pareja. Si alguien se me une, los linchamos (y luego nos echan del pueblo).

En fin, que no sé cómo voy a llegar vivo al lunes con tanto desfase juerguístico. ¡El primer vermú va por ustedes!

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