Qué mala suerte tienes, gañán, cuando después de cobrarme la pizza te quieres llevar. Pizzero hambriento eres y rápido, ladrón, mas en la pared de mi casa una lanza zulú tengo colgada, que sin más espera agarro y por la ventana hábilmente arrojo y tras corto y certero vuelo termina clavada en tu podrido corazón. Bajo en ascensor y allí estás, pizzita mía, junto a tu pizzero traidor, que muere ensartado por querer curarse el hambre robándole la jama a un servidor.
3 comentarios:
Glorioso!
Ni Pepperoni lo hubiera expresado mejor.
Sobrecogedor...!!! jajajaja
Con la comida no se juega... y menos con la mía :D
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