-Cuando se cortó la corriente el metro se detuvo para siempre. Eso lo sé ahora porque ya está en los libros de historia, no porque estuviera allí. Mi padre se quedó encerrado en uno de los vagones y como casi todos pensó que era una avería temporal. Como aquello no se arreglaba, me contó, forzaron las puertas y recorrieron los túneles a tientas hasta llegar a la estación más cercana. Al salir a la superficie pudieron ver qué es lo que había pasado. Vosotros lo sabéis. Para vosotros, niños, es algo del pasado, algo asumido, algo con lo que convivís día a día. Para los que todavía recordamos aquellos tiempos la pérdida todavía nos duele...
-Profesor, perdone... es que son las cinco según el reloj de sol... ¿Podemos irnos ya a casa?
-Claro, niños, que se me va el santo al cielo cuando me pongo a recordar aquellos tiempos. No olvidéis hacer vuestros deberes. Mañana os explicaré cómo nos comunicábamos usando ordenadores.
-¿Ordenadores? ¿Eso es como el ábaco, profe?
-Algo así, Luis, algo así. Venga, hasta mañana.
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