De aquí para allá

Que yo sepa soy la única persona con esta enfermedad hasta ahora incurable. Dudo que nadie más la tenga, y si así fuera, sería estadísticamente imposible encontrarme con esa persona. Incurable, explico, porque nadie sabe de su existencia así es que no hay científicos echando horas en busca de una medicina que la saque de mi organismo. Sufro de multiversitis.

La multiversitis, para aquellos que no la conozcan (para todos), consiste básicamente en la irrefrenable necesidad de saltar de un universo a otro, sin que el enfermo, o sea yo, pueda elegir cuándo sucederá o adónde irá. Es, digamos, como un estornudo. Cuando llega, llega, y hay que joderse. Dada la infinitud de universos a los que puedo saltar y la variedad de ellos en cuanto a su mayor o menor parecido con el nuestro (con el "vuestro", más bien, que yo ya me siento en todos como en casa) nunca sé con qué voy a encontrarme allá donde voy. Aunque algunas cosas hasta ahora se han mantenido estables ya que el cambio de universo no conlleva necesariamente el cambio geográfico y nunca el temporal. Me explico: siempre salto a la Tierra (Tierra', Tierra'', Tierra'''...), aunque el lugar exacto puede cambiar, claro. Digamos, para resumir, que aparezco en el mismo sitio donde "me" encuentro... pero en otro universo. Esto tiene su parte buena y su parte mala. Lo bueno es que no "suele" haber cambios bruscos. Se agradece que mis achaques cuánticos no me hagan aparecer en medio del océano, dentro de un volcán o en el espacio exterior.

Se podría pensar que al cambiar de universo así, mi aparición o desaparición provocaría un caos allá donde fuera o de donde viniera... ver aparecer/desaparecer a alguien de la nada no suele ser bien asimilado. Pero esto no funciona así. No "aparezco" en medio de la calle y provoco infartos a los viandantes. El sistema es más "educado" con el entorno. Simplemente sustituyo a uno de mis otros yoes (por eso, como antes he dicho, siempre aparezco donde "me" encuentro); más exactamente a su yo interior, su mente, su alma, su espíritu, su conciencia, llamadlo como queráis. Siempre doy por hecho (más bien espero) que el yo al que sustituyo irá a parar a otro universo, quizá vaya al que yo estaba antes, quizá al que yo saltaré después, quizá a un tercero en el que nunca estaré. A saber. Se podría comparar con el juego de la silla... suena un silbato invisible y cambio de universo-yo.

Esto que digo lo deduje la primera vez que me pasó. Tenía veinte años y estaba tirado en cama, en casa de mis padres. De pronto el póster de 'Pulp Fiction' que había en la pared me pareció distinto. Me levanté y lo miré detenidamente. Increíble, pensé. En lugar de Patricia Arquette, quien aparecía fumando en actitud sensual era la mismísima Uma Thurman, una actriz que había muerto varios años atrás, incluso, creía recordar, antes del rodaje de la peli de Tarantino. Creí que me había vuelto loco. Miré a todas partes, salí de la habitación y allí estaban mis padres, viendo la tele, como siempre. Me miraron durante unos segundos y siguieron a lo suyo. Según recuerdo, nada más había cambiado con respecto a mi universo de origen, o al menos nada conocido por mí. Después de comerme la olla durante semanas, traté de seguir mi vida. Al fin y al cabo aquello era igual a mi mundo. Quité el póster de 'Pulp Fiction' de la pared de mi habitación y lo intenté. Y casi conseguí olvidarlo, hasta que seis meses después volvió a suceder. Y luego a los dos meses. Y luego cada mes, aproximadamente, que es la frecuencia actual y aparentemente estable de mis "estornudos".

Casi me he acostumbrado a este modo de vida. Como normalmente los cambios son ligeros, no suele haber problema para continuar con lo que estaba haciendo. Sólo a veces los cambios son tan radicales que se hace duro. Sirva como ejemplo aquella vez en la que pasé un tiempo en un universo en el que era yonqui, o aquel otro en el que estaba en la cárcel, pero bueno, como sabes que vas a cambiar más tarde o más temprano, aguantas como puedes.


En fin. Que quería que quedara constancia de mi mal y que si alguien se aburre, que se ponga a buscar la solución. A mí, con tanto trasiego, no me queda mucho tiempo para ponerme a ello.

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