Los cuerpos cuelgan de los postes eléctricos. A contraluz se podría decir que la escena es bella. A contraluz. Conforme nos acercamos se dejan ver los detalles, la carne picoteada por los buitres, y las moscas bailotean en su histérica coreografía gastronómica. La gula humana se hace más ridícula al verlas a ellas engullir. Pronto llegarán los gusanos pero nosotros ya no estaremos aquí para verlos.
Al final de la carretera asoma la niebla. Me gustaría no saber qué hay tras ella pero eso será en otra vida. En esta mis compañeros me ruegan con sus miradas que volvamos por donde hemos venido. Saben que no es posible. Cargo mi escopeta como respuesta y proseguimos la marcha.
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