Corporación Antigua-Suecia
El Canciller da la señal y la cúpula de Antigua-Suecia se ilumina. El público ciudadano aplaude y agradece así el espectáculo de color que llevan cuatro años esperando. Millones de personas se echan a las calles de la ciudad-estado dispuestas a disfrutar de las actividades de ocio y cultura organizadas por las autoridades.
Pablo tiene trece años y pasea con su bisabuelo por la ciudad.
-Es genial, bisa, nunca había visto tanta gente de fiesta. ¿El Mundial es siempre tan divertido?- el bisabuelo sonríe y se mesa la barba. Él ya ha vivido muchos mundiales, todos parecidos, y ya nada le sorprende, pero para su biznieto todo es novedad.
-Claro Pablo, siempre es divertido. Cada cuatro años el gobierno permite que las leyes se relajen algo. Si queremos, podemos pasar una semana sin trabajar, ir por la calle hasta la hora que queramos y jugar a mil cosas. Yo ya soy algo mayor para eso pero a ti te quedan por delante muchos mundiales como este, y mejores incluso. Además, podrás conocer a gente de otras cúpulas, niños de tu edad, ya que durante estos días se permite el tránsito libre de personas entre las ciudades.
-¿Sí? No sabía que se podía salir de la cúpula...
-Claro que sí. Lo que pasa es que no todo el mundo puede. Hay que tener un permiso. Pero en los mundiales se organizan grupos y los permisos se dan mucho más fácilmente. Así conocí yo a tu bisabuela. Ella vino desde la cúpula de la Corporación Berlín-Praga y coincidimos en unos juegos callejeros de fútbol.
-¿Fútbol? ¿Eso qué es, bisa?
-Jajaja, ay Pablo, ¿es que no te enseñan nada en tus clases? Precisamente estos mundiales empezaron por ese deporte, hace muchos cientos de años. El fútbol era un juego de pelota, algo tosco, bruto incluso, y cada cuatro años reunía a la gente para enfrentar a los equipos de los distintos pueblos. Ese juego tenía millones de seguidores en todo el mundo. Tras la Guerra del Multiverso y el Cierre de Fronteras hace unos doscientos años el Mundial se dejó de celebrar. Fue entonces cuando las Corporaciones prohibieron los deportes violentos o agresivos, entre otras muchas cosas. Durante varias décadas el fútbol se jugó a escondidas y con el tiempo desapareció, pero los mundiales se retomaron. La celebración cada cuatro años de este encuentro de gentes continuó hasta hoy, aunque nada tiene que ver con su origen, claro. Ni siquiera el juego callejero que hoy llamamos fútbol tiene nada que ver con el original, la verdad.
-Vaya, pues sí que han cambiando las cosas, bisa. ¿Me enseñarás a jugar al fútbol ese?
-Claro Pablo, cuando volvamos a casa te enseño. Sólo hacen falta unos sensores de ondas y un poco de reflejos naturales. ¡Seguro que me acabas ganando!
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