Desde hace milenios, los creativos religiosos (por aquel entonces no se llamaban así pero así se entiende mejor) fueron detallando cómo es el Infierno, cada uno a su manera. Según la religión que miremos, el infierno es de una y otra forma, incluso puede no existir. Cada uno se ha inventado (les ha sido revelado, dicen) el Infierno a su manera, al gusto, con sus ingredientes favoritos... como las pizzas.
Yo no he tenido ninguna revelación, os adelanto. A mí las cosas me llegan de pronto y sin origen conocido. Admito que como receptor de información divina soy un fraude. Creo que eso me hace ser infinitamente más sincero/cuerdo que el resto de los que dicen ser profetas. Partiendo de esta confesión, voy a enumerar mi concepto de Infierno, lo que encontraré allí cuando vaya (quizá mi Infierno sea así y el vuestro de otra manera, a saber, que no sé si habrá presupuesto suficiente para que cada uno se lo monte como quiera o tiran de plantillas prediseñadas).
Empiezo.
En el Infierno no hay internet.
Fin.
1 comentario:
No me lo creo. ¿No basta con el fuego eterno? ¿Encima sin internet? No concibo tanta crueldad.
No, no me lo creo.
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