Allanamiento
Gracias a mi entrenamiento diario permanezco alerta incluso mientras duermo, así es que cuando entraron en casa reaccioné inmediatamente. En dos segundos ya tenía la recortada en las manos y mi mente pensaba en todas las estrategias posibles para defender mi casa y mi persona. Había uno en el salón. Entré rápidamente para no darle tiempo a defenderse y descargué el arma sobre él. El estruendo alertó al resto, que no ocultó su miedo. Gritos y carreras. Cabrones, grité. Hablaban entre ellos en un idioma extraño. Venid aquí si tenéis huevos, les dije. Entré en el pasillo y fui abriendo con la culata de mi arma una a una las puertas a mi paso. Dónde estáis, hijos de puta. A mi espalda, sentí. Me giré y allí estaba el segundo. Lo abatí sin pensarlo. Quedaba uno. Tenía que estar en una de las tres habitaciones que tenía delante, escondido, en silencio, muerto de miedo. Tu amigo Melchor está desangrándose en mi salón, grité. Miro el cuerpo inmóvil del pasillo. Gaspar no ha tenido tanta suerte, amigo, está bien muerto. ¿Esperas escapar de aquí con vida? No pierdas el tiempo. Cargué la escopeta y me dirigí a la primera habitación. Hey, negro, sal... que tengo aquí un regalito para ti.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Esto es mças fuerte que lo de El Jueves. Te la has cargado con todo el equipo.
Jajaja. Sí, estoy esperando la denuncia. A la monarquía hay que darle pal pelo, aunque sea así.
Publicar un comentario