A martillazos

La vida no tiene más vueltas que las que tiene y cuando se pasa de rosca hay que recurrir al martillo. Con un par de golpes se arregla todo. Lo difícil es volver a desenroscar y seguir como si no hubiese pasado nada. Al tornillo le bailan las vueltas y la tuerca más bien parece una arandela. El único indemne en esta historia es el martillo. Y si te lo requisan, ni él se salva.

3 comentarios:

Lara dijo...

¿Y qué somos? ¿Martillo o tuerca bailona?

MSalieri dijo...

Sin duda, tornillo: nos hacen girar hasta que encajamos, aunque no nos guste donde nos están metiendo, y si nos resistimos, vienen con el martillo y nos dan por el culo.

Lara dijo...

Es verdad.