La vida no tiene más vueltas que las que tiene y cuando se pasa de rosca hay que recurrir al martillo. Con un par de golpes se arregla todo. Lo difícil es volver a desenroscar y seguir como si no hubiese pasado nada. Al tornillo le bailan las vueltas y la tuerca más bien parece una arandela. El único indemne en esta historia es el martillo. Y si te lo requisan, ni él se salva.
3 comentarios:
¿Y qué somos? ¿Martillo o tuerca bailona?
Sin duda, tornillo: nos hacen girar hasta que encajamos, aunque no nos guste donde nos están metiendo, y si nos resistimos, vienen con el martillo y nos dan por el culo.
Es verdad.
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