de canto

el otro día salí a la calle. fue algo excepcional. no acostumbro y se me hace raro ver caras desconocidas, coches, cielo, un niño que grita, el muñeco de la heladería, en fin, se me hace raro.

no tener un techo sobre la cabeza ni una pared en la que apoyarme me acojonó nada más salir del portal de mi edificio. creo que algún viandante lo notó y me miró como quien mira a un mandril que acaba de escaparse de su jaula, tiene hambre y lleva dos meses sin fornicar. y la verdad es que menos en la especie habría acertado en todo.

paseé algo desorientado por la acera hacia un banco; sería mi primera parada. luego oí un estruendo al final de la calle, gritos y gente correr, me giré y me encontré con lo siguiente: una moneda de diez céntimos del tamaño del santiago bernabéu venía hacia mí rodando, aplastando coches, gente y asfalto a su paso.

ves, pensé, si salir a la calle no va a ser tan bueno. la moneda pasó a mi lado, dijo hola (en serio), y se fue Fuencarral abajo, camino del Madrid Rock, que está de liquidación por cierre, pensé, pero tan baratos no están los cds, y me volví a casa.

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