en el Rastro

la primavera estaba llegando pero a esas horas tan tempranas el frío todavía no se dejaba vencer. como todo el mundo sabe, en Madrid el día llega con retraso pues ha de saltar el muro de edificios que la rodea y, si no puede, tiene que colarse por entre las calles, como un vulgar ladrón; por eso, a pesar de que había amenecido una hora antes, ante sus ojos fue en ese preciso momento cuando se hizo el día, y con él llegaron los hombres y mujeres que cada domingo le traían su Rastro, porque para ella, el Rastro era solamente suyo.

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