La vida en colores

Mi infancia fue en blanco y negro, como la de casi toda la gente de mi quinta. Puede parecer que con tanto gris no podría ser una buena niñez. Casi todos relacionamos la felicidad con el color. El negro, el blanco y el gris no nos provocan sonrisas, si acaso alguna cargada de nostalgia. Con el tiempo llegaron los colores... y no resultaron, no resultan, pienso ahora, ser tan excitantes.

El marrón
Cada día por lo menos uno me suele caer, blando, oloroso y humeante, cada marrón que se acomoda a mi lado como si yo fuera su hogar, y se queda, okupa, hasta que se cansa y se va por su propio pie, cuando ya me ha quemado, porque yo no puedo con él.

El amarillo
Después de una noche de excesos, de veneno diluido en coca-cola, de cóctel de música, humo y aliño liado, de alguna sorpresa encapsulada, llega el amarillo. Maldito sea, gualda traidor.

El verde
Así será el preludio a mi final. Verde, viejo verde, tras las niñas de falda a cuadros y jersey azul de colegio de monjas, mochila en la espalda y oscuro vello en el bigote.

El rojo
Rojo excitante para pintar las rojas banderas extremistas, rojo carmín de la mujer que promete pero no cumple, rojo sangre..., rojo prohibido.

El azul
Azul mar, sí, azul cielo, sí, azul del blues, triste y arrastrado blues que se agarra a la guitarra y que termina con los dedos perdidos entre las cuerdas y la cabeza en otra parte.

Granate y marrón


Ya veis. Uno en cada pie.

3 comentarios:

Abril Pérez dijo...

Todavia no he llegado a comprender como lo haces, pero muy de vez en cuando escribes algo que me eriza los pelos de la nuca.

Te ha faltado el rosa que tambien es parte importante en la vida de cualquier ser humano

MSalieri dijo...

¿El rosa parte importante de qué? :D

Abril Pérez dijo...

de mi vida.....

bueno igual se debe a la dosis de prozac mañanera