El hombre que explotó por quién sabe qué

En un despacho, en un piso muy alto de un rascacielos.

Hombre 1: Ya le digo que por mí no hay más que hablar. Está todo claro. Según lo que hemos estado deliberando la solución para el primer punto es a todas luces obvia, ¿no le parece? Y si hubiera que modificar algo sobre el plan previsto no habría ningún problema, se lo aseguro. Bastaría con comunicarlo con la antelación suficiente y reconduciríamos el asunto hasta la meta señalada. Si le parece, que supongo que sí, empezaremos hoy mismo con el proyecto y en el plazo indicado todo estará listo. No habrá más que hablar hasta que todo concluya... a no ser, claro, que algo no sea de su agrado. Siempre estamos abiertos a cualquier aportación que nos ayude a mejorar y más aun si viene de su grupo, que es para nosotros un referente y merece el mayor de los respetos. El informe inicial le llegará en unos días. Léalo detenidamente por si algo no le parece correcto y nos lo comunica por los canales habituales. Estoy seguro de que todo le parecerá más que correcto. Sin duda usted...

El hombre que explotó por quién sabe qué: Sin duda... sin duda usted es un imbécil. Anda y váyase a tomar por culo, joder, qué tío más brasas, anda a la mierda y que le aguante su puta madre.

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