Nadie está preparado para lo peor. Ni el mejor de los soldados, ni el tuareg en el desierto, ni una compradora compulsiva en rebajas. Se me acaban las balas, el agua, no encuentro la blusa que me gusta en mi talla. Nadie está preparado para lo peor. Y lo peor está llegando: las medusas.
500 medusas (¿cómo las han contado?, y lo que es más inquietante: ¿cómo se han contado ellas mismas para juntarse en ese número tan exacto?) han sido avistadas en el Estrecho. Y no son medusas cualesquiera sino que pertenecen a una especie muy peligrosa: la carabela portuguesa. (¿Es así cómo quieren los portugueses caernos bien? No veo que sea la mejor forma de conseguir que dejemos de ignorarlos. Así sólo conseguirán que los volvamos a reconquistar.)
La carabela portuguesa no es de las que te deja una marca dolorosa. La carabela portuguesa te puede provocar un paro cardiaco en toda regla. Y eso si te muerde una. ¿Y si te muerden las 500?... no quiero pensar qué podría pasar. Este inesperado ejército de medusas lusitanas no parece venir en son de paz. De hecho ya han picado a un pescador que estará cagándose en los muertos de Viriato. Y él no será el último (ni el pescador ni Viriato). No se conoce a ninguna medusa que se retire cuando tiene a huevo a miles de suculentos bañistas que chapotean inocentemente en las cálidas aguas mediterráneas. 500 medusas hambrientas con ganas de provocar un infarto a todo el que se cruce en su camino subacuático. Lo único que nos puede salvar es que al ver que la crisis ha dejado en casa a un buen montón de guiris las medusas se vuelvan por donde han venido, desilusionadas al encontrarse con el monótono y mil veces mordido producto nacional.
Para quien a pesar de todo quiera arriesgarse con esos bichos demoniacos, solo una recomendación: pringue repelente al cante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario