La página 46

El libro se cayó por el hueco del ascensor. Se abrió al momento, desplegando unas improvisadas alas de papel que no impidieron que se diera de lomo contra el suelo. Quedó abierto por la página 46 (y 47, pero sólo nos interesa la 46) y su único párrafo cortado.

"y más esclarecedor fue encontrarse con su mirada acusadora, de rabia incontenida, porque ya no había nada que ocultar. A esas alturas el disimulo obligado por el protocolo había caducado y el odio sincero salía a borbotones de ambos, más de ella, si es que había lugar a comparaciones."

La rata salió por el agujero habitual. En su recorrido diario por el edificio había siempre un momento para el ocio. Ver subir y bajar el ascensor, con su ruido ensordecedor a la vez que inofensivo era de lo más divertido para ella. No entendía muy bien qué era aquello pero podía pasarse perfectamene quince minutos parada en el fondo, viendo venir esa enorme mole amenazadora que a pocos centímetros de su cabeza se detenía, invariablemente, sincronizada con en el clímax de adrenalina de la rata. Era su particular montaña rusa. Después de pasar por allí, tenía optimismo para todo el día. Claro que su pequeño cerebro no contemplaba la posiblidad de un accidente. Si el ascensor se estropeara y cayera sobre ella, no tendría tiempo ni de arrepentirse de haber participado en aquel contemplativo y temerario juego.

Ese día la rata encontró un libro abierto en el fondo del hueco del ascensor. Si hubiera sabido leer habría visto el único medio párrafo de la página 46, y debajo, en el extenso espacio en blanco de la página, el desgastado texto manuscrito con lápiz.

"¿No te parece?"

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