Gotas y gotas

Conozco a uno que se murió porque una gota de agua le dio justo en el medio de su cabeza. Por lo visto, explicó el médico, hay un minúsculo lugar a mitad de camino entre la coronilla y la frontera con la frente, que varía según la persona (según les haya crecido la frente), y que si es golpeado con la fuerza justa puede llegar a, bueno, lo que ya os he dicho, la muerte. Sería algo así como el punto débil de la Estrella de la Muerte pero en orgánico.

Las gotas suelen parecer inofensivas. No creo que nadie se asuste por ver una gota caer. Si acaso puede ser molesto oír una gota y la que le sigue al rato a ciertas horas de la noche. Un grupo organizado de gotas pueden joderte el sueño sin mucho empeño. Pero también las hay peligrosas: están las gotas de sangre ácida alienígena, que de primeras no asustan pero viendo lo que pueden hacer con una chapa de metal mejor no acercarse.

Para mí, personalmente, en mi opinión... creo que las peores son las gotas que colman el vaso. Son a priori igual de inofensivas que el resto de sus hermanas. Cuando salen en fila, a chorro, en reguero, no saben, ni siquiera intuyen, cuál de ellas va a ser la protagonista de la historia. La ganadora se lleva un premio de dudoso honor: la convierte en famosa entre las gotas, para muchas incluso un ídolo, pero, sin duda y por contra, en infinitamente odiada por todos los demás (nos incluimos).

Y luego está la gota.

1 comentario:

David Yuste dijo...

sublime xDDD