Sí, amigos, ayer se acababa el mundo. Y no, amigos, no se ha acabado. Es algo por lo que sentirse feliz, ¿verdad? Así ha sido para la mayoría de la gente aunque no para mí. Ayer se acababa el mundo y yo confié y confié, y confié en el final, y la cagué.
A mi jefe lo mandé a freír puñetas,
A mi novia le puse los cuernos con dos o tres,
Pasé de fregar los platos,
Pasé de ducharme,
Pasé de ver el partido de la selección española de fútbol porque pa qué, si de todas formas no habría Mundial,
Me puse púo de pasteles y ahora tengo cagalera,
Borré todo de mi disco duro como ritual de limpieza espiritual,
Le hice un calvo a todos mis vecinos, puerta por puerta,
No tiré de la cisterna del váter en todo el día,
...
¿Y ahora qué?
Ahora denunciaré al CERN por no acabar con el mundo y joderme la vida.
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