De cuerdas flojas están hechas las cosas.
Calladas se entrecruzan bajo nuestros pies,
en un remedo de suelo que en cualquier momento
se puede olvidar de seguir queriendo ser.
(Pequeños hilos de falsa realidad, de miles de colores,
anudados sin mucho interés.)
Poned atención y oiréis el sonido de miles de cuerdas flojas
que al rozarse en su tosco vaivén
desgastan sus hilos hasta dejarse, hasta dejarnos, caer.
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