El miércoles se acaba el mundo

El miércoles se acaba el mundo porque el CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas) va a crear con su LHC un agujero negro que nos absorberá a todos. Esa es la teoría de Otto Rössler, un científico que no para de dar la lata con el tema y en el CERN están todos harticos del pobre hombre. Ayer esta institución sacó un informe para insistir en que no va a pasar nada, claro, que estemos tranquilos. No obstante, desde mi perspectiva simplista de la vida, ese final sería el perfecto, el colofón, el clímax, el hostiazo final sin vuelta atrás, el estrambote en un parpadeo. Ahora sí, ahora no, y punto.

El momento final sucedería de la siguiente manera (esta descripción no está fundamentada en conocimiento científico alguno, tan sólo en el ansia simplista de un final estúpido para el planeta Tierra y sus habitantes):

Miércoles, 10 de septiembre de 2008, Acelerador de partículas LHC

El doctor Jonathan Ellis mira fijamente el reloj de pared sobre la consola de mandos del LHC. Sólo faltan cinco minutos para el comienzo del experimento. Por fin podrán recrear el origen del Universo y claro, está algo nervioso. Le gustaría furmarse un cigarrillo pero todo el CERN es zona de no fumadores. Eso no impide que acaricie la cajetilla de Malboro en el bolsillo derecho de su bata blanca de doctor. En el bolsillo del pecho lleva unos bolígrafos y una calculadora que nunca ha usado. Estos complementos, recuerda, venían con la bata.

Alrededor del doctor van y vienen varias decenas de científicos que por algún motivo siempre pasan a su lado, con prisas, mirando datos en las diversas pantallas, comparando resultados, pensando en sus cosas, algunos, otros pensando en irse de allí cagando leches antes de que al doctor Ellis le dé por pulsar el botón de Start.

De pronto se oye un chasquido que todos reconocen como la señal de que alguien va a hablar por la megafonía. "Doctor Alfred Minsky, doctor Alfred Minsky, acuda a Cafetería, acuda a Cafetería, su montadito de lomo ya está listo". Al doctor Ellis siempre le pareció poco elegante para una institución como el CERN hacer un uso tan mundano de la megafonía, pero cuando protestó en la última reunión, todos los demás científicos se le echaron encima. A nadie le gusta comerse los montaditos fríos, concluyeron, y así quedó la cosa.

En el reloj de pared quedan tres minutos para el gran momento. El doctor Ellis mira su reloj de pulsera de última generación en un intento de confirmar si el reloj de pared da la hora correcta pero no saca nada en claro: el reloj de pulsera es tan moderno que no encuentra la hora entre tanto número parpadeante.

El doctor llama la atención a su equipo. Todos dejan de moverse, de mirar pantallas, de murmurar y escuchan a su gurú.

-Colegas, amigos científicos, personal de cafetería, Luis el conserje... estoy muy orgulloso de vuestro trabajo y de que hayamos podido llegar juntos a este momento tan importante para la historia de nuestra civilización. A partir de hoy, el conocimiento que tanto hemos buscado nos será revelado, y todo gracias a vosotros. Me siento muy orgulloso de estar aquí, de vivir este momento, y espero que vosotros también lo estéis, vosotros y vuestros familiares, amigos, vecinos, vamos, todo el mundo en realidad, porque los miles de millones de habitantes del planeta esperan que hoy comience una nueva era para...

-Señor, perdone...

-... una nueva era para este...

-Ejem, señor, perdone... es que sólo quedan unos segundos para comenzar.

-Ah, sí, ejem... -El doctor mira el reloj de pared que efectivamente tiene el segundero a medio minuto escaso de la hora D- Ejem, pues eso, que gracias a todos y al lío. Doctor Landua, el botón.

El doctor Landua se acerca con una mesita con ruedas y la deja delante de su colega Ellis. En el centro de la mesita hay un botón gordo, rojo e iluminado. El reloj marca quince segundos para el gran momento. Los doctores, todos, se quedan parados, muy serios, espectantes. El doctor Ellis pone la mano sobre el botón y cuenta hacia atrás mentalmente (después de muchas discusiones en la última reunión rechazaron la idea de hacer una cuenta atrás como en los lanzamientos de satélites y así marcar diferencias con las agencias espaciales con las que siempre hubo ciertos piques). Diez, nueve, ocho... a algún científico se le oye rezar... siete, seis, cinco... a algún científico se le ve cruzar los dedos... cuatro, tres, dos... a algún científico se le ve mandar un sms a sus familiares... uno... a algún científico se le ve perder la cuenta atrás... cero. El doctor pulsa el botón.

Esto sucede en medio segundo

El acelerador lanza varias partículas que recorren el LHC hasta chocar entre sí a una velocidad brutal, se genera un agujero negro que durante una décima de segundo permanece controlado pero que al instante siguiente se pone a chupar materia como un poseso y con un sonoro "uuuuuuuis" absorbe la Tierra. Al recién nacido agujero negro puede que alguna civilización realmente avanzada situada en una galaxia muy muy lejana lo bautice como AN-3725.

3 comentarios:

Lara dijo...

¿Para cuándo un guión, Marco?

MSalieri dijo...

Pos ahora mismo te lo haaaago:

-

Listo.

Lara dijo...

Jajajajaja

yo con eso me hago un largo